Fallas y alcohol.


botellonEn la cultura mediterránea asociamos el ambiente festivo con tomar una copita para brindar y celebrar. Cumpleaños, navidades, eventos felices… el consumo de alcohol en nuestra cultura está estrechamente relacionado con las fiestas. En Fallas ocurre lo mismo, pero un paso más allá. Muchas veces se aprovecha el ambiente festivo para tomar unas copas de más. Hacer botellón es un plan habitual por las noches y en las mismas Fallas, con sus madres y padres, muchas personas jóvenes prueban el alcohol por primera vez.

Cuando llegamos a estas fechas nos inundan las noticias alarmistas sobre botellones, comas etílicos, policonsumos y jóvenes lanzándose de cabeza a las conductas de riesgo. Es cierto que todo esto sucede, y nos echamos las manos a la cabeza mientras pensamos que las y los jóvenes de hoy en día no tienen remedio. ¡Las cosas ya no son lo que eran! Aquí es donde entran las políticas y programas de prevención de conductas de riesgo, que muchas veces se pierden en el ambiente festivo generalizado. A nadie le gusta que vayan a cortarle el rollo cuando está de fiesta, aun cuando el mensaje sea solo un “infórmate” y no un “no consumas”.

Pero dirijamos una mirada sincera a nuestro alrededor, donde el consumo de alcohol a diario es generalizado y donde el abuso del alcohol en fallas está más generalizado aún. El mensaje que las personas adultas transmiten es que consumir en Fallas está permitido, porque los casales muchas veces son entornos facilitadores. Las personas jóvenes no son las únicas que se emborrachan, aunque lo hacen de otra manera. ¿Es mejor tomar copas y copas en una carpa o en un casal fallero que en un parque? A las y los jóvenes no se les escapa este doble discurso, que por un lado critica y por el otro facilita las conductas que ha condenado.

Criminalizar a los jóvenes no es una solución. Dar ejemplo sí.

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