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8 de marzo. La lucha continúa.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Como cada año, como cada mes de marzo, dedicamos un día a pensar y reflexionar sobre nuestra historia. Sobre nuestras victorias y derrotas, porque solo nosotras sabemos lo que nos ha costado llegar aquí con algunos derechos reconocidos. No siempre pudimos votar, no siempre pudimos ir al colegio. No siempre pudimos pasearnos con una minifalda o cambiar un domingo de misa por un domingo familiar cualquiera.

Solo nosotras sabemos muy bien que nos hemos ganado, uno por uno todos y cada uno de esos derechos y los que nos quedan por revindicar. Si hay algo que nos dignifica después de todo, es nuestra interminable lucha por empezar a ser consideradas simple  y llanamente como personas. Porque un día nos hartamos y quisimos dejar de ser esas esclavas, esos objetos sexuales, esos entes desprovistos de poder y decisión que simplemente se limitaban a ser la esposa de alguien y traer hijos al mundo.

Un día nos planteamos que queríamos ir mucho más allá. Que queríamos formarnos y estudiar, que teníamos algo que aportar al mundo. Que teníamos derecho de exigir de la vida algo más que un hogar donde criar a nuestros hijos y un marido al que hacerle la comida cuando llegara del trabajo. Que en lugar de rezar por el porvenir queríamos tomar las riendas de nuestras vidas para ser las dueñas de nuestras propias decisiones.

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Que queríamos hacer del mundo un lugar donde también tuviésemos cabida.

Como aquellas empleadas textiles que en 1911 se rebelaron contra las condiciones laborales porque creyeron tener derecho a una vida más digna y defendieron sus ideales hasta sus últimas consecuencias.

Como Rosa Parks cuando decidió que no era menos que un blanco por pertenecer a una etnia diferente y se negó a cederle su asiento en el bus.

Como Indira Gandhi cuando asumió un cargo político en la India, sabiendo que era impensable para la sociedad del momento.

Como Marie Curie defendiendo que las mujeres también podemos hacer ciencia, que también tenemos curiosidades y queremos comprender como funciona el mundo.

Como Eva Perón luchando contra la ley del sufragio femenino en Argentina.

Como Frida Kahlo apostando por la ambigüedad frente al estereotipo femenino.

Como Malala Yousazfai revindicando su derecho a la educación.

Su lucha, la de cada una de ellas, es también nuestra lucha. Por querer ser parte de la ciencia, de la política, de la sociedad. Por luchar contra la opresión y pedir justicia y reconocimiento. Por demostrar que somos capaces, que podemos tener un papel en el mundo, que somos algo más que hijas, hermanas, tías o esposas. Se lo debemos a ellas y nos lo debemos a nosotras mismas. A nuestras abuelas que han vivido la guerra y el hambre y nos recuerdan que debemos valorar nuestra educación, a nuestras madres que nos traen al mundo y nos enseñan que podemos, que debemos seguir luchando por ser alguien. Y a cada una de nosotras: estudiantes, trabajadoras, activistas, ideólogas de causas perdidas que algún día dejarán de serlo. Porque sabemos que todo hay que ganárselo, y es lo que siempre hemos hecho y seguiremos haciendo.

Valorando lo que conseguimos  y sabiendo que queda un largo camino por recorrer. Aún tenemos pendiente la lucha por la completa igualdad de género, por el  reconocimiento profesional, por la igualdad de salarios.

Y seguiremos manifestándonos, seguiremos negándonos a aceptar trabajos precarios, seguiremos rechazando aquellos que nos limiten por ser mujeres, seguiremos defendiendo nuestro derecho a la educación.

Porque somos quienes somos y tenemos lo que tenemos porque un día lo reclamamos

Y eso no debemos olvidarlo ni el 8 de marzo, ni nunca.

Cora Vicente

Socia de Menys Graus


El Toro de la Vega: tradición frente a evolución.

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“El Toro de la Vega es una fiesta maravillosa, además de un torneo ascentral que se celebra desde hace miles de años, o por lo menos, cientos” “Hoy lo que hemos visto es que no ha habido ninguna agresión al toro” (Mariló Montero, presentadora y subdirectora de la mañana de TVE1) Fuente

“Si nos ponemos tan exquisitos y puristas, ¿comerías pollo? Porque también lo han matado” (Arenales Serrano, diputada del PP) Fuente

“El Toro de la Vega saca lo mejor del ser humano” (Miguel Ángel Quintana, profesor de Ética Periodística y militante de UPyD) Fuente

Estas declaraciones, si bien concisas y no exentas de polémica, son claros ejemplos de la posición de algunos personajes públicos respecto al festejo vallisoletano.

Dicho festejo es herencia del siglo XVI y como tal, llega a través de una costumbre medieval. De ahí a que se plantee siempre el mismo debate: ¿Lo protegemos porque forma parte de una tradición centenaria? ¿O lo abolimos porque no es ético y viola los derechos de los animales?

Los arraigados a la tradición defienden que la tauromaquia reporta beneficios como la conservación del toro de lidia, además de formar parte de nuestro patrimonio cultural, y por qué no decirlo también económico. Incluso se ha llegado a argumentar que el toro no sufre de la misma manera, ya que es más insensible al dolor. El caso es que a día de hoy, taurinos y antitaurinos seguimos en pie de guerra.

Así como los afines al mundo taurino, sus detractores también tenemos nuestros propios argumentos. El más sólido, que podríamos decir que sustenta al resto de argumentos y le sirve de raíz, es la contrariedad y la indignación ante el sufrimiento que se le ocasiona al animal. Un sufrimiento que sirve como motivo de celebración en la que algunos invierten su tiempo y su dinero, en el que ríen y disfrutan de la humillación, la desesperación y el dolor que soporta estoicamente el toro mientras le van segando poco a poco la vida. Lo que para los participantes del torneo es un motivo de diversión y éxtasis, para el toro se convierte en una desafortunada y macabra lucha por la supervivencia.

Dentro de apenas una semana ejecutarán a “Elegido” al igual que hicieron el año anterior con “Vulcano”, y al igual que otros toros que, año tras año, han corrido la misma suerte.

Dentro de una semana seguiremos con ese frente abierto igual que siempre. Unos celebrando, otros protestando contra la barbarie. Y seguramente seguirá así durante años, como lleva haciéndose todo este tiempo, porque en España la tradición prevalece siempre que nos beneficia. Porque desafortunadamente los beneficios pesan más que la ética, que el respeto hacia los animales. Y una ley puede prohibir, pero no puede concienciar. 

Y ¿de qué se trata si no de tomar conciencia? De sustituir el valor de la tradición por el de la empatía y el respeto. Por aquello que nos hace avanzar y ser más humanos, más conscientes de todo. Y dicho sea de paso, más abiertos al cambio, menos conservadores. Y por tanto, más cultos.

La diferencia principal entre taurinos y antitaurinos es el concepto que tenemos de “cultura”. Para los taurinos, la tauromaquia es cultura. Para nosotros los antitaurinos, la tauromaquia es una de las mayores expresiones de incultura y atraso que nos atasca y nos encadena al vestigio de una España rancia, cacique, inculta y represiva. Y muchos de nosotros, ya no queremos eso.

Cora Vicente

Socia de Menys Graus 


Jornadas que generan cambio personal y social.

En el mes de Octubre, l’ Associació Professionals de Joventud en la Comunitat Valenciana organizó las Jornadas “Jóvenes, profesionales, políticos: diálogo sobre las políticas de juventud” en las que parte del equipo de Menys Graus pudo participar y aportar como asociación juvenil.

Personalmente, no sabía qué me iba a encontrar y he de reconocer que ciertos prejuicios me hacían plantearme “¿Qué hace una chica como yo en un sitio como este?”. La política me encanta pero los políticos, eso ya es otra cosa. ¿Qué dirían? ¿Sólo hablarían de su discurso? ¿Podría tweetear una frase absurda a lo “relaxing cup”? Por lo que se refiere a los profesionales, a priori creía que me sentiría incómoda a nivel de conocimientos o sin mucho que aportar más allá de lo que hago en mi asociación.

Me parecía importante explicar las impresiones antes de participar en las jornadas para que se entienda bien el cambio de percepción después de asistir a ellas.

El primer día de encuentro fue un espacio para conocernos, saber quiénes somos y de dónde venimos, contextualizar las jornadas y lo más importante poner sobre la mesa nuestras ideas, debatir y aportar todo aquello que quisiéramos en materia de juventud.

En esta primera aproximación mi postura fue la de escucha y aprendizaje pues los profesionales lideraban y manejaban el debate.

Llegó el turno de políticos, me agarré a la silla y escuché atentamente. No había muchos, pero a veces es mejor ser pocos y bien avenidos. No me gusta generalizar, sé que hay políticos decentes y profesionales, pero como no suelo ver muchos, a veces creo sinceramente que es un mito. En estas jornadas pude ver personas que se dedican a la política, que aunque con un discurso e ideas marcadas, se preocupan por la juventud, tienen una actitud de escucha y abierta a la participación.

Los últimos en hablar, no sé si por coincidencia o por una reproducción de la realidad social en la que vivimos, fuimos los jóvenes. En nuestras aportaciones se pudo observar indignación, reflexión y crítica constructiva.

En general, creo que fue un buen comienzo para situarnos y sobre todo para evidenciar la separación que existe entre los tres colectivos. La clave en juventud para mí es el trabajo cooperativo, conjunto y sobre todo en el que todos los agentes estemos presentes, los profesionales y los políticos no avanzan sin la juventud.

El segundo día fue muy variado, por la mañana el protagonismo era para los jóvenes. Cada una presentó el proyecto en el que participa y este intercambio fue muy gratificante ya que pudimos ver otras formas de hacer las cosas, similitudes y diferencias, soluciones para las mismas dificultades. Se presentaron proyectos muy distintos de distintas zonas de España como Andalucía, Islas Baleares, Cataluña…

Nosotras presentamos la asociación Menys Graus y nuestro proyecto más relevante en estos momentos, Mislata ON.

Después, por separado, cada colectivo habló de las conclusiones del debate del día anterior y se pusieron en común. Esta vez la participación en el debate fue más equitativa, y los jóvenes que asistimos pudimos aportar más que en el debate anterior, siendo realmente un diálogo entre las partes. Aunque el lenguaje, la experiencia, las percepciones e intereses nos alejan, “poquet a poquet” hemos de ir acercando dichas diferencias para generar sinergias en materia de juventud.

Por la tarde, Domingo Comas nos hizo una revisión histórica sobre cómo las familias han ido educando a los jóvenes y como esto ha hecho mella en la situación de la juventud actual. Yo me quedo con su idea sobre que a los jóvenes actuales no se nos ha educado en la toma de decisiones y quizás el camino a seguir en esta etapa post-democrática es como dice Comas espabilarse y empezar a tomar decisiones.

El último día no pude estar en los talleres de formación “Procomún aplicado a las políticas de Juventud” a cargo de ColaBoraBora y “Comunicación para los tiempos que corren” a cargo de la Ong Diseño Social. Mis compañeras, sin embargo, finalizaron muy contentos las jornadas, con muchas ideas a raíz de estos cursos y sobre todo con motivación para seguir mejorando día a día.

Para finalizar, considero que este tipo de encuentros son muy interesantes pero sobre todo necesarios para que en este ritmo acelerado podamos hacer una parada, pensar, compartir y reflexionar. Creo que después de participar, nadie, ni joven, ni político, ni profesional se fue indiferente y ese es el primer paso para un cambio personal que ayude a transformar tu entorno y a la sociedad en general. Por este motivo, creo que es imprescindible que aumente el número de personas que acuden a este tipo de jornadas, sobre todo personas jóvenes y políticos ya que sólo con una actitud activa, de escucha y colaboración de todos los agentes podremos transformar aquellos aspectos necesarios en materia de juventud.


Sexting, ¿divertido o peligroso?

sextingInternet es actualmente el medio más común de comunicación. Ofrece muchas facilidades y comodidades, pero también es importante tener en cuenta los peligros que puede suponer el uso de esta nueva herramienta de comunicación.

El sexting, por ejemplo, es el intercambio de imágenes y vídeos con contenido sexual a través de teléfonos móviles. En ocasiones, el sexting se hace como un juego inocente entre parejas o amigos/as a través del cual se pretende demostrar la confianza que depositamos en ellos. No obstante, esta práctica cada vez más común entre los y las jóvenes, conlleva algunos riesgos.

Las imágenes, una vez subidas a la red dejan de ser propiedad de uno mismo y pasan a ser parte por la nube, y perdemos el control del alcance de ésta para siempre. Así pues, cualquiera podría copiar, reenviar, guardar o compartir tus imágenes sin saberlo. No solo podrá ver la foto el receptor, sino que podría llegar a la otra parte del planeta en cuestión de minutos, y con ello dejas tu “huella digital”.

Por tanto, para evitar que nuestra imagen aparezca por la red es recomendable pararse a pensar si realmente queremos difundir fotografías con contenido sexual (nuestras o no) antes de hacerlo. Un simple gesto puede suponer la invasión de la intimidad de la otra persona.

Sin embargo, la última decisión siempre ha de ser de la persona fotografiada y, asumidos los riesgos que comporta, deberá saber hacer una práctica responsable. Para ello, se debe evitar que aparezca la cara en la fotografía así como rasgos de identidad propios como piercings, tatuajes o pulseras. También el lugar donde se realice la foto es significativo, ya que cualquiera que conozca nuestro entorno puede relacionarnos con la foto.

Ya sabéis, hagáis lo que hagáis… ¡siempre con cabeza!

 

Laura Moya, socia de Menys Graus y Trabajadora Social


Las Tertulias de Menys Graus: Whatsapp y relaciones personales.

whatsapp_relacionesEl pasado miércoles, las socias de Menys Graus celebramos nuestra segunda tertulia, esta vez sobre Whatsapp y las relaciones personales. A continuación, las conclusiones:

Todos las conocemos, las utilizamos o como mínimo, hemos oído hablar de ellas. Están ahí, en nuestro día a día. Las redes sociales son las principales protagonistas de parte de nuestro tiempo de ocio, porque pueden llegar a ser como ya sabemos muy útiles. Facilitan la comunicación, prometen instantaneidad en las respuestas ¿qué es eso de esperar a que otros tengan tiempo para respondernos? Ahora gracias al Whatsapp todo es inmediatez. Conversaciones a cualquier hora, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia. ‘En línea‘ se ha convertido en nuestra seña de identidad, aunque también en nuestro principal delator.

Whatsapp, igual que el resto de redes sociales, se creó con el fin de facilitar la comunicación entre sus usuarios. Hasta ahí todos de acuerdo, todo eran ventajas. El problema viene cuando eso de que facilita se pone en entredicho. Cabe señalar que vivimos en una constante paradoja, y por cada conversación mantenida por Whatsapp, muere, de forma directamente proporcional, una conversación entre amigos en una cafetería, en una cena de antiguos alumnos o un debate con un profesor en clase. La comunicación directa compartiendo espacio y tiempo va quedando en segundo plano, dando paso a esta nueva comunicación inmediata y virtual. Esto quiere decir que priorizamos, con un criterio bastante cuestionable, qué conversación urge mantener en ese momento y, por norma general, salen perdiendo las conversaciones cara a cara. Eso de mirar a los ojos a quien te está hablado ha pasado de moda, ahora se lleva la mirada baja y los dedos frenéticos. Con semejante panorama cabe esperar que nos preguntemos hasta qué punto facilita la comunicación, o más bien, qué tipo de comunicación es la que facilita y hasta qué punto nos conviene.

O quizás el foco de atención no deba recaer sobre el Whatsapp, sino sobre el uso que hacemos de él. Quizás sea un poco injusto atribuirle semejante carga a una aplicación, a la par que absurdo y haya que plantearse, qué estamos haciendo nosotros para evitar que la comunicación muera, donde está nuestro granito de arena, y qué soluciones podemos aportar, como responsables de toda esta alteración de normas y valores.

Al plantear el problema ante mis compañeros de Menys Graus, nuestro granito de arena fue apartar el móvil en todas las próximas reuniones para prestarnos atención mutuamente y volver a las clásicas costumbres y de momento con muy buen resultado, he de decir. Todos comprobamos lo bien que sienta olvidarnos, a veces, de que tenemos móvil y recordar que tenemos a alguien dispuesto a hablarnos y escucharnos.

Cora Vicente, socia de Menys Graus

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