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Con un Smartphone bajo el brazo.

Internet nos ha cambiado la vida, eso está claro. Todas las personas nacidas con posterioridad a la década de los 90 han venido, por decirlo así, con el Smartphone bajo el brazo. A mucha gente le preocupa la relación entre las personas jóvenes e Internet. Los peligros, los riesgos, el mal uso, y sobretodo preocupa la falta de control sobre qué hace la juventud que es nativa digitales en Internet. Todo el día jugando, en línea, con el móvil en la mano, haciendo a saber qué con a saber quién, sexting, phising, spam, grooming, bulliying digital… ¡La juventud está en peligro!

Que está claro que también existen riesgos, igual que también existen en el mundo offline. Sí hay diferencias, como no dudan en advertirnos entidades que hacen un gran trabajo en prevención de riesgos como el Grupo de Delitos telemáticos de la Guardia Civil porque puede parecer que nuestras acciones online no van a tener repercusiones en la vida “real”. No son dos mundos separados, sino complementarios. No existe Internet y después el “mundo real”.

Internet es real porque la hacemos entre todas las personas, es un medio a través del que hablamos con amistades, estudiamos, nos informamos, ligamos, hacemos gestiones, compramos, nos divertimos… ¿Tenemos que tener cuidado? Claro, igual que no vas por la calle con la mochila abierta, no dejas tus sesiones abiertas en una página web o no das tu dirección o teléfono a una persona desconocida. (¿Verdad que no? ¬¬)

En definitiva, en Internet hacemos lo mismo que se hacía antes, pero más rápido y más fácil. Los riesgos son los mismos, porque las personas son las mismas, pero más rápido y más fácil. ¿El acceso a la información? Lo mismo. ¿Hablar con alguien? Igual. Hay que espabilar, informarse y sobretodo, aprender a usar de forma segura este medio que tanto ha cambiado nuestra forma de vivir.

¿Cómo ha cambiado Internet tu vida? #díadeinternet


Sexting, ¿divertido o peligroso?

sextingInternet es actualmente el medio más común de comunicación. Ofrece muchas facilidades y comodidades, pero también es importante tener en cuenta los peligros que puede suponer el uso de esta nueva herramienta de comunicación.

El sexting, por ejemplo, es el intercambio de imágenes y vídeos con contenido sexual a través de teléfonos móviles. En ocasiones, el sexting se hace como un juego inocente entre parejas o amigos/as a través del cual se pretende demostrar la confianza que depositamos en ellos. No obstante, esta práctica cada vez más común entre los y las jóvenes, conlleva algunos riesgos.

Las imágenes, una vez subidas a la red dejan de ser propiedad de uno mismo y pasan a ser parte por la nube, y perdemos el control del alcance de ésta para siempre. Así pues, cualquiera podría copiar, reenviar, guardar o compartir tus imágenes sin saberlo. No solo podrá ver la foto el receptor, sino que podría llegar a la otra parte del planeta en cuestión de minutos, y con ello dejas tu “huella digital”.

Por tanto, para evitar que nuestra imagen aparezca por la red es recomendable pararse a pensar si realmente queremos difundir fotografías con contenido sexual (nuestras o no) antes de hacerlo. Un simple gesto puede suponer la invasión de la intimidad de la otra persona.

Sin embargo, la última decisión siempre ha de ser de la persona fotografiada y, asumidos los riesgos que comporta, deberá saber hacer una práctica responsable. Para ello, se debe evitar que aparezca la cara en la fotografía así como rasgos de identidad propios como piercings, tatuajes o pulseras. También el lugar donde se realice la foto es significativo, ya que cualquiera que conozca nuestro entorno puede relacionarnos con la foto.

Ya sabéis, hagáis lo que hagáis… ¡siempre con cabeza!

 

Laura Moya, socia de Menys Graus y Trabajadora Social


Las Tertulias de Menys Graus: Whatsapp y relaciones personales.

whatsapp_relacionesEl pasado miércoles, las socias de Menys Graus celebramos nuestra segunda tertulia, esta vez sobre Whatsapp y las relaciones personales. A continuación, las conclusiones:

Todos las conocemos, las utilizamos o como mínimo, hemos oído hablar de ellas. Están ahí, en nuestro día a día. Las redes sociales son las principales protagonistas de parte de nuestro tiempo de ocio, porque pueden llegar a ser como ya sabemos muy útiles. Facilitan la comunicación, prometen instantaneidad en las respuestas ¿qué es eso de esperar a que otros tengan tiempo para respondernos? Ahora gracias al Whatsapp todo es inmediatez. Conversaciones a cualquier hora, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia. ‘En línea‘ se ha convertido en nuestra seña de identidad, aunque también en nuestro principal delator.

Whatsapp, igual que el resto de redes sociales, se creó con el fin de facilitar la comunicación entre sus usuarios. Hasta ahí todos de acuerdo, todo eran ventajas. El problema viene cuando eso de que facilita se pone en entredicho. Cabe señalar que vivimos en una constante paradoja, y por cada conversación mantenida por Whatsapp, muere, de forma directamente proporcional, una conversación entre amigos en una cafetería, en una cena de antiguos alumnos o un debate con un profesor en clase. La comunicación directa compartiendo espacio y tiempo va quedando en segundo plano, dando paso a esta nueva comunicación inmediata y virtual. Esto quiere decir que priorizamos, con un criterio bastante cuestionable, qué conversación urge mantener en ese momento y, por norma general, salen perdiendo las conversaciones cara a cara. Eso de mirar a los ojos a quien te está hablado ha pasado de moda, ahora se lleva la mirada baja y los dedos frenéticos. Con semejante panorama cabe esperar que nos preguntemos hasta qué punto facilita la comunicación, o más bien, qué tipo de comunicación es la que facilita y hasta qué punto nos conviene.

O quizás el foco de atención no deba recaer sobre el Whatsapp, sino sobre el uso que hacemos de él. Quizás sea un poco injusto atribuirle semejante carga a una aplicación, a la par que absurdo y haya que plantearse, qué estamos haciendo nosotros para evitar que la comunicación muera, donde está nuestro granito de arena, y qué soluciones podemos aportar, como responsables de toda esta alteración de normas y valores.

Al plantear el problema ante mis compañeros de Menys Graus, nuestro granito de arena fue apartar el móvil en todas las próximas reuniones para prestarnos atención mutuamente y volver a las clásicas costumbres y de momento con muy buen resultado, he de decir. Todos comprobamos lo bien que sienta olvidarnos, a veces, de que tenemos móvil y recordar que tenemos a alguien dispuesto a hablarnos y escucharnos.

Cora Vicente, socia de Menys Graus

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